Reportaje Deep Purple en Madrid

El País publica en su edición electrónica una terrible crítica al concierto que anoche ofreció Deep Purple en Madrid escrita por Carlos Marcos, de la que me tomo la libertad de copiar y pegar:

Grandes números. No les saques de ahí a los dinosaurios del heavy metal. Sólo conciben enormes cifras estos hombres. Y, claro, pasa que piensan que pueden tocar un martes futbolero en Madrid, a 40 euros, y en un recinto (un desangelado Palacio de Vistalegre) para 10.000 espectadores, y resulta que salen al escenario y sólo se encuentran a 1.500.

Caramba, eso se llama empezar con el cuerpo destemplado. Pero, un momento, porque todavía no habían acabado los malos cálculos. Arrancaron con el clasicazo Highway star y si la canción pide llegar al diez, la voz del cantante, Ian Gillan, sólo alcanzaba el tres. Dolía ver al veterano vocalista (a sus 64 años) con el rostro enrojecido, a punto de estallarle la cabeza, el puño cerrado, intentando llegar a los tonos del pasado. A punto estuvo de darle una embolia al hombre.

Sí, sonó la biblia del rock duro, Smoke on the water, allá por el minuto 70 de concierto. Pero resultó una interpretación tan desangelada que a poco estuvieron los heavies de dejar de tocar sus guitarras imaginarias. Deep Purple demostró anoche ser una caricatura de aquel grupo pionero del rock duro. Hace años que no pellizca su guitarra Ritchie Blackmore, el cerebro de los ingleses. Al pobre se le ha ido la chaveta y ahora practica un rock medieval bastante plasta.

A pesar de este último dato, todos los presentes hubieran invitado a un mini de cerveza al grupo si hubieran podido escuchar la guitarra de Blackmore. No es por cebarse con el otrora chillador con el timbre más excelso, pero ahí va otro dato: aquellos alaridos salvajes de los setenta han transmutado ahora hacia un tono más parecido a Paulina Rubio o a Chenoa.

El resto del grupo se mantiene en un tono correcto. Permanecen de los tiempos gloriosos Ian Paice (batería) y Roger Glover (bajo), y no ofrecen gran cosa los nuevos Don Airey (teclados) y Steve Morse (guitarra). Bueno, este último sí que aporta cosas, sobre todo si alguien disfruta con los interminables solos de guitarra insípidos. El concierto fue veloz (al menos sonó bien, cuando no saturaban el bajo), como si quisieran acabar por la vía rápida, con muchos pasajes instrumentales, sin duda para que descansara la mermada voz de Gillan. Después de Smoke on the water atacaron sin mucha tensión los temas Hush y Black night, y buenas noches. Con todo, lo mejor fue el público, santo hasta decir basta, que tragó con todo lo que acontecía en el escenario y que en algunos pasajes hasta mostró entusiasmo. Ahí está la mejor afición del mundo, sí señor. Lee el artículo original…

Con la declaración del primer párrafo, el autor ya deja patente en qué clase de país vivimos. Martes futbolero y lo que haga falta oiga, por los artistas que tanto han trabajado para correr tras un balón.

Apreciamos un claro desprecio por la música instrumental en los días que corren. Al contrario que en Barcelona, donde la prensa publicó varias crónicas del concierto del lunes, en Madrid esta es la única. Y es bastante retorcida. ¿Cómo es posible que el lunes ofrecieran un gran concierto, pero el martes fuese un desastre? ¿No será acaso la actitud de quien asiste?

A continuación una grabación casera de Highway Star en Barcelona:

Y dos muestras (de mala calidad de sonido) de Space Truckin’ en Madrid:

Despedida:

¿Dónde está el público a punto de irse? ¿Y la poca potencia? ¿Este hombre estuvo allí realmente? Si estuvo, ¿no desearía haber estado viendo su querido júrgol en lugar de trabajando en una crónica desganada?

2 comentarios en “Reportaje Deep Purple en Madrid

  1. Antes de entrar a tu blog he leído directamente de El País la crónica y francamente me ha decepcionado el poco criterio del periodista. Yo también opino que en Barcelona estuvo genial y eso que iba con todos los prejuicios del mundo, siendo además detractora de Gillan, fan incondicional de Blackmore y acompañada de un veterano padre que los vió en todo su esplendor siglos atrás. Pero ya ves…salí en una nube, estaba en casa. Y a pesar de que Gillan no es santo de mi devoción y a veces parecía que fuera a reventar no me desagradaron sus sonrisas a camara y su franca muestra de comodidad.

    Por no decir que Steve ha hecho que me enamore de él a sus 55…el rollete virtuoso no era tan desagradable.

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    1. TheMule

      Debe ser increíble compartir algo así con con los padres, no todo el mundo puede decirlo.

      Gracias por tu sinceridad y por pasar por este blog.

      Por cierto, aquí también somos fans incondicionales de Blackmore.

      Salud para ti y los tuyos.

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